REFLEXIÓN

 
EL BURRO INTELIGENTE
 
¿Cómo Actuas Frente a las Situaciones Dificiles?
 
 
 
 
 
 

PARÁBOLA DEL LAPIZ
 
 
¡¡TODOS TENEMOS UN PROPÓSITO EN ESTA TIERRA!!
 
 
 
 
 
LAS CUATRO ESPOSAS





Había una vez un rey que tenía cuatro esposas.
 
Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Sólo le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos.
Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.

La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca.
Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, él apenas se fijaba en ella.



Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló:
“Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo”.


Así que le pregunto a su cuarta esposa: “Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?
¡Ni pensarlo! Contestó la cuarta esposa y se alejó sin decir más palabras.

Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso.

El entristecido monarca le pregunto a su tercera esposa: Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?
¡No! Contestó su tercera esposa. ¡La vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras, pienso volverme a casar!”

Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.

Entonces preguntó a su segunda esposa: “Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?
 ¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!”. Contestó la segunda esposa. “Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte”.
Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.

Entonces escuchó una voz: “Me iré contigo y te seguiré dondequiera tu vayas”. El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Sé veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: ¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!

EN REALIDAD, TODOS TENEMOS CUATRO ESPOSAS EN NUESTRAS VIDAS.

1.  Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo.
No importa cuánto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos.

2.  Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros.

3.  Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos.
No importa cuánto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro.


4.  Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda
Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará dondequiera que vayamos. ¡Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora!

¡¡ES EL UNO DE LOS REGALOS QUE DIOS NOS HA ENTREGADO Y ES ETERNA!!

REFLEXIONA:
SALMO 57 DICE: Ten misericordia de mí, oh Dios,  ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombre de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos.

MUCHAS VECES, LE DAMOS LUGAR A COSAS COMO PRIORIDAD, EN NUESTRA VIDA Y NOS OLVIDAMOS DE LO MÁS IMPORTANTE. 

EDIFICA DE ADENTRO PARA AFUERA Y VERÁS COMO PROSPERARÁS ASI COMO PROSPERA TU ALMA.

1 JUAN 2 dice: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

¡¡A VECES LO QUE PARECE TENER MENOS IMPORTANCIA ES LO MÁS IMPORTANTE!!
¡¡PILAS!!





EL PERRO CON INTELIGENCIA EMOCIONAL

Un perro inteligente de pronto se ve sólo en medio de la selva. Atemorizado, empieza a husmear en busca de algún rastro que seguir, pero lo único que consigue es llegar hasta unos huesos. Empieza a inspeccionar el cadáver y, de repente se da cuenta que un león viene a lo lejos con cara de pocos amigos.

El perro tiene claro que, en un combate directo con el felino, no tiene ninguna posibilidad y, sorprendentemente, decide mordisquear los huesos. Entonces, cuando el león está a punto de atacar, el perrito dice: "¡Ah!, ¡qué rico león me acabo de comer!!". El león, al escuchar al perro, se para en seco, gira sobre sus patas y sale despavorido pensando “¡quien sabe que animal será ese no me vaya a comer a mí también!”.

Nuestro protagonista respira aliviado por librarse de una muerte segura, pero la escena está siendo observada por un mono que andaba trepado en un árbol cercano y que había visto y oído lo ocurrido. Así, el desaprensivo simio  sale corriendo tras el león para contarle como la engañó el perrito: "¡qué tonto eres, esos huesos ya estaban ahí! Además, sólo es un simple perro”. "¡Súbete a mi espalda, ahora vamos donde ese perro a ver quién se come a quién!", responde el león con muy mal humor.
  
Nuestro amigo se da cuenta del peligro que supone que el mono le haya contado su farsa, ya que ve cómo el león vuelve a la carga contra él, portando al mono en su lomo. Comienza a penar sobre una solución desesperada y… en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la espalda como si no los hubiera visto, y cuando el león está a punto de atacarlo de nuevo, el perro dice: "¡Este mono incompetente! Hace como media hora que lo mandé a traerme otro león y todavía no aparece…"
    
La Moraleja: Cuando tu eres quien gobierna tu alma, y no es ella quien te gobierna a ti, no importa que circunstancia estes viviendo, siempre habrá una solución presente.

¡¡No te dejes agobiar por las circunstancias!!





EL BURRO Y EL CERDO

Un día un burro cayó enfermo y su dueño llamó al veterinario que le dijo: “Su burro tiene un virus, si no toma este medicamento por tres días seguidos, habrá que sacrificarlo”. En ese momento, un cerdo escuchaba la conversación.
Así que el cerdo se acercó al burro y le dijo: “Tómate el medicamento, sino te van a matar!”, pero el burro no hacía caso. Al segundo día el cerdo le insistía: “No seas necio! Tómate el remedio porque de otro modo te matarán!”, pero el burro lo ignoraba. El tercer día, el cerdo pensaba: “No se por qué me tengo que meter a redentor de este tipo!”, pero aún así, le insistía: “Toma el remedio o morirás!”, y finalmente el burro le hizo caso al cerdo y se tomó el medicamento. De inmediato, el burro se empezó a sentir bien, se puso de pie y empezó a correr.
“Muy bien amigo! –gritaba el cerdo- venciste campeón!”. 
 En ese momento, llegó el dueño del burro, lo vio corriendo y dijo: “Milagro! El burro se ha curado! Hay que hacer una fiesta! Vamos a matar al cerdo para celebrarlo!”

Moraleja: Cuando veas que un burro no te hace caso, no insistas, no sea que por querer ayudarlo mas de la cuenta, encima termines ocupando su lugar!!!
 
 
NO TE OLVIDES DEL PATO

Había un pequeño niño visitando a sus abuelos en su granja. El tenia una resortera (catapulta) con la que jugaba todo el día, practicaba con ella en el bosque pero nunca daba en el blanco. Estando un poco desilusionado, regresó a casa para la cena. Al acercarse a casa, divisó al pato mascota de la abuela. Sin poder contenerse, usó su resortera y le pegó al pato en la cabeza y lo mato.

Estaba triste y espantado, y todavía en pánico, escondió el cadáver del pato en el bosque. Pero se dio cuenta que su hermana lo estaba observando. Lucrecia lo había visto todo pero no dijo nada. Después de comer la abuela dijo, "Lucrecia, acompáñame a lavar los platos." Pero Lucrecia dijo, "Abuela, Pedro me dijo que hoy quería ayudarte en la cocina, ¿no es cierto Pedro? Y ella le susurró al oído: "¿Recuerdas lo del pato?" Entonces, sin decir nada, Pedro lavó los platos.

En otra ocasión el abuelo preguntó a los niños si querían ir de pesca, y la abuela dijo, "Lo siento pero Lucrecia debe ayudarme a preparar la comida." Pero Lucrecia con una sonrisa dijo, "Yo sí puedo ir, porque Pedro me dijo que a él le gustaría ayudar." Nuevamente le susurró al oído "¿Recuerdas lo del pato?" Entonces Lucrecia fue a pescar y Pedro se quedó.

Transcurridos muchos días en que estaba haciendo sus propias tareas y las de Lucrecia, finalmente él no pudo más. Fue donde la abuela y confesó que había matado al pato. Ella se arrodilló, le dio un gran abrazo y le dijo, "Amorcito, yo ya lo sabía. Estuve parada en la ventana y lo vi todo, pero porque te amo te perdoné. Lo que me preguntaba era hasta cuando permitirías que Lucrecia te tenga como esclavo.

Moraleja: ¿Hasta cuándo permitirás que tus pecados sin confesar te mantengan esclavo? Hoy puedes gozar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.